Escribir desde un cuerpx afectadx
no eres quien piensas que eres
no tienes lo que piensas que tienes
quiero salir a ver el mundo
reverdecer
y vivir
Hace algunos días escribí estas líneas en la esquina superior derecha de un documento en blanco. Atravesada y sobrecogida, mientras lloraba en silencio la pérdida del mundo, sentí, de manera irreversible mi fragilidad.
Al día de hoy en España llevamos 17 días de cuarentena. El distanciamiento y la confinación son el nuevo valor social. El estado de excepción el nuevo estado de bienestar. Aplaudir por las ventanas a las 20h y las múltiples video llamadas la nueva manera de estar juntxs.
Este parón, que además me coge en Madrid, a miles de kilómetros de mi familia y amigos en Quito, no me permite hacerme más que preguntas. ¿Cómo respondemos cuando todavía no tenemos la capacidad de decir?
Mis reflexiones se limitan a proponer pensamientos incompletos y a la formulación de preguntas deshiladas, hechas con la esperanza eso sí, de que generen más preguntas.
La realidad del mundo
Santiago Alba Rico dice que por primera vez nos está ocurriendo algo real, algo a todxs juntxs y al mismo tiempo. Nuestra realidad, no es la realidad del mundo pues se limita a las cosas que experimentamos con nuestro cuerpo en un espacio que reconocemos como banalmente nuestro. La realidad del mundo dice Alba Rico, ha sido suplantada por una serie de estructuras y comportamientos sociales que automatizamos, que nos han dado ilusión de inmortalidad y que nos han inmunizado a la realidad del mundo.[1] El virus, al desproveernos de esa inmanencia, nos ha devuelto a la naturaleza.
¿Cómo habitamos la crisis, la contingencia, lo incierto, lo aleatorio, lo accidental, lo posible?, ¿qué respuesta damos cuando se alteran nuestras vidas cotidianas y somos arrojadxs a la realidad del mundo?, ¿sabremos habitar la realidad de la naturaleza o seguiremos buscando mecanismos que nos devuelvan a la inmanencia capitalista?, ¿cómo pensar la vida más allá de lo humano y renovar esas estructuras, que como señala Alba Rico, vivíamos como reales?
Ahora que el mundo tiene momentáneamente la palabra y nos interpela con su realidad, ¿qué discusiones somos capaces de abrir como artistas y gestorxs culturales?
Gestión cultural crítica, comunitaria y transformadora
El virus ha puesto en jaque las lógicas del mercado[2] y se nos abre la posibilidad de repensar y revalorizar el mundo de lo público, de lo común, de lo solidario. ¿Cómo trasladamos las viejas formas de hacer (gestionar) para inventar nuevos marcos desde donde proponer otras preguntas y respuestas (transformar)?[3]
No tenemos significante para codificar el virus por lo que no podemos atrapar esta experiencia pandémica con las soluciones que ya conocemos. ¿Vamos a pedirle una vez más a un sistema fallido, que ha precarizado constantemente el trabajo cultural, que nos garantice la vida?, ¿vamos a seguir sosteniendo una gestión de la cultura estadocéntrica alejada de sus bases sociales?
Pensar una gestión crítica, comunitaria y transformadora es pensar una gestión que se vuelve potente desde el caos y la incertidumbre, desde el derrumbe, desde el malestar. Es una gestión que reconoce que los saberes compartidos son saberes que nos permiten vivir, que reconoce la interdependencia y hace de ella su motor. La gestión cultural crítica, comunitaria y transformadora se construye desde la vida y por la vida.
Necesitamos abrir procesos de base social y comunitaria. Ser colectivos es poner el cuidado al centro de la vida. Necesitamos repolitizar la categoría de gestión[4] para convertirnos en gestores de la vida, gestores de nuestras casas, nuestros barrios, nuestra familia, nuestros lugares de trabajo, nuestras comunidades. Necesitamos empezar a pensar en estrategias de recuperación y de cuidado no estatales, revalorizar la autogestión como sinónimo de abundancia no de carencia.
Gestión cultural comunitaria es devolver la heterogeneidad a los procesos. Es romper con la gestión cultural que moderniza, la del espectáculo como quehacer dominante y único para entender la cultura, es pensar lo creativo como insurgente y no como un mero producto al servicio del consumo.
Propone otros lenguajes, dialoga con otras culturas, con otras disciplinas, es decolonial, colaborativa y quiere una economía cuyo eje sea la vida y no la acumulación.
Sin vida no hay mercado. Basta con ver a IFEMA convertido en el hospital más grande de España cuando hace poco, se celebraba la feria de arte más grande de Madrid, ARCO.
De la curaduría a la curandería. La fragilidad como campo de batalla.
¿Qué vida estábamos produciendo?, ¿qué nos motivaba?
La experiencia del límite crea gestión cultural crítica[5]. Estamos frente al reto de estructurar la vida desde lo cotidiano como algo estable y significativo, de sostener y reproducir la idea de un mundo que funciona con lo básico, de posicionarnos ante la vida cotidiana que está surgiendo. Estamos aprendiendo del poder del cotidiano, de la desaceleración, del presente.
Ante la amenaza de un virus que pone en riesgo nuestra supervivencia tenemos la posibilidad de producir otra existencia, de colocar, como lo hacen los feminismos, a la reparación y los cuidados como un asunto político.
¿Qué significa pensar la fragilidad como un campo de batalla?
Curandería es sinónimo de sanación, curanderx el que ayuda a otra persona a sanarse. Es pasar de conservar un sistema del arte capitalista a reparar la vida que nos queda. Es reconectarse con la realidad del mundo para ser guiados por la vida de la naturaleza. ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar para reparar el tejido social en nuestros entornos?
Habitar la grieta. Cultivar el virus
Habitar la grieta es saber habitar la pérdida porque en esa fisura, en ese entrelugar, se manifiesta la vida. Habitar la grieta es saber geminar el corte, el hueco. ¿Podremos ser semilla?, ¿podremos mutar como muta el virus?
Cultivar el virus es transmutar, es activar redes de contagio, no solo de contagio biológico si no de ideas y de emociones. Vamos a devenir contagio en tiempos de reclusión, prohibición y obediencia[6], vamos a crecer como hierba mala, como planta nativa capaz de romper el cemento con la potencia de sus ramas y sus tejidos. Transmutar es sanar. ¿Podremos devenir cicatriz y no olvido?
Sólo nos queda organizarnos.
Epílogo
Lejos de ser capaz de analizar el estado de la cultura en España, no dejo de pensar en ese allá que tengo dentro, en ese otro mundo ajeno a esta realidad de balcón, de aplauso, en ese otro mundo siempre distante y apartado, ese mundo donde infructuosamente se reproduce el modelo neoliberal con la esperanza de que, el asistencialismo de los poderosos lo salve. Pero no, siempre no. El confinamiento se carga las vidas de lxs que no pueden románticamente quedarse en casa, de lxs que no tienen casa, de lxs que viven del día a día, de lxs informales, de lxs ilegales, de lxs que el sistema margina constantemente.
En Guayaquil, los cuerpos que no llegan ni a los hospitales ni a las cifras oficiales son abandonados hace días de manera desgarradora por sus familias en las calles, por miedo al contagio, por putrefacción, por dolor, por la inexistencia de un sistema sanitario digno producto de años de recortes en salud y en cultura. Sin olvidarnos, por supuesto, de administraciones nefastas, machistas y corruptas. ¿Hasta cuando vamos a permitir este estado de desamparo?
No dejo de pensar en esos cuerpos abandonados, en pleno espacio público, donde hace días se sostenía como en todas partes, la vida. Un cuerpo que muere en el olvido y en la miseria, es un agujero que se abre en el cuerpo de todxs. ¿Cómo podremos mirar adelante sin pensar en estas pérdidas?, ¿qué tiene que pasar para empezar a pensarnos como un todo?
¿Seremos capaces de sostenernos lxs unxs a los otrxs?
Carolina Cedeño Carvajal
Madrid, marzo 2020
[1] Alba Rico, Santiago., “¿Esto nos está pasando realmente?”., Tribuna Abierta., eldiario.es., https://www.eldiario.es/tribunaabierta/pasando-realmente_6_1006909312.html., (consultado el 25 de marzo, 2020)
[2] Guggiari, Sofía., ”DEVENIR COVID-19: Escrito sobre la vida, la peste y la potencia de transfiguración”., Lobo Suelto., http://lobosuelto.com/devenir-covid-sobre-la-vida-la-peste-y-la-potencia-de-transfiguracion-sofia-guggiari/., (consultado el 30 de marzo, 2020)
[3] Fernández-Savater, Amador., “Habitar la excepción: pensamientos sin cuarentena (I)”., Filosofía pirata., https://www.filosofiapirata.net/habitar-la-excepcion-pensamientos-sin-cuarentena-i/., (consultado el 30 de marzo, 2020)
[4] De la Vega, Paola., “Gestión Cultural Comunitaria“, en Hacer/pensar
La gestión cultural como práctica de pensamiento., Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía., Madrid, 16 de noviembre, 2019.
[5] De la Vega, Paola., “Gestión Cultural Comunitaria“, en Hacer/pensar
La gestión cultural como práctica de pensamiento., Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía., Madrid, 16 de noviembre, 2019.
[6] Galindo, María., “Desobediencia, por tu culpa voy a sobrevivir”., Sopa de Wuhan., https://drive.google.com/file/d/1tShaH2j5A_9n9cWl6mhxtaHiGsJSBo5k/view?fbclid=IwAR2yyZXK3w5riZKujJpkfIAicceOCQnHQKtlnQkuDzHW3aUja8CYenWI_lg., (consultado el 31 de marzo, 2020)
Artículo publicado en la web de Kikuyo Editorial:
https://kikuyo.weebly.com/escritos/del-contagio-a-la-sanacion-donde-queda-la-cultura